domingo, 18 de marzo de 2007

La Presión Fiscal

La Presión Fiscal

La presión fiscal española sigue entre las más bajas de la Unión Europea
El nivel de carga fiscal que soportamos los españoles sigue estando entre los más bajos de entre todos nuestros vecinos europeos, pero el aumento de seis décimas en el último ejercicio cerrado nos hace ganar un puesto y situarnos por delante se Gran Bretaña e Irlanda. Este crecimiento de esta variable en España contrasta además con el aumento medio de la UE en sólo una décima.
La presión fiscal, medida como el porcentaje que representan sobre el Producto Interior Bruto de un país los impuestos y las cotizaciones fiscales, sirve para medir el esfuerzo relativo sobre la riqueza total que deben soportar los ciudadanos para el mantenimiento de su sistema público. En España tradicionalmente se había tenido una presión fiscal reducida, pero tras la modernización de las estructuras del Estado y la ampliación de los servicios públicos que entraron como consecuencia de la transición democrática este índice comenzó una carrera alcista que se ha mantenido casi sin interrupción hasta hoy. El crecimiento más brusco de la presión fiscal se produjo hasta alcanzar niveles cercanos al 34 por ciento, valor logrado a finales de los ochenta, y a partir de dicha cifra los avances fueron mucho más discretos aunque no se detendrían ahí.


En la actualidad, y según los datos publicados por la Oficina Estadística de la Unión Europea, Eurostat, el nivel de carga impositiva en nuestro país en 1997 fue equivalente al 36,2 por ciento del PIB, cifra que procede del 23,2 por ciento que representan la totalidad de los impuestos y el 13,0 por ciento que suponen las cotizaciones sociales, tanto de empresas como de trabajadores. Aunque a algunos les pueda parecer mentira, este valor es el tercero más bajo de entre los países de la Unión Europea, superando únicamente a Irlanda (34,1 por ciento del PIB) y Gran Bretaña (35,9 por ciento del PIB). En 1996 éramos el segundo país con menor presión fiscal pues Gran Bretaña estaba por encima de nosotros.

La media de la Unión Europea quedó situada en 1997 en el 42,6 por ciento sobre el PIB y para el conjunto de países que entrarán a formar parte del grupo del euro en una primera fase, UE-11, el porcentaje fue del 43,2 por ciento, en ambos casos muy superior al de España. Estos niveles son los más elevados que se han dado en la Unión Europea desde comienzos de los años ochenta. Otros puntos destacables de los datos presentados en la tabla adjunta son que mientras en un año la tasa de impuestos crece en 4 décimas sobre el PIB, las cotizaciones pierden 3 décimas. Este descenso de la participación de las cotizaciones sociales en el total de cargas impositivas se enmarca dentro de la actual política de la UE de intentar reducir las cargas que pesan sobre el empleo en un intento de reducir la tasa de paro en dichos países. En relación con este punto, destacar que España se ha apartado de esta tendencia que muestra el valor medio y sus cotizaciones ganan una décima sobre el PIB en el período de tiempo considerado.
Estos datos además revelan la disparidad que en materia fiscal sigue imperando dentro de la Unión Europea. Así, por ejemplo, tenemos que Dinamarca, uno de los países cuyos ciudadanos soportan una mayor presión fiscal, es el que menos carga con cotizaciones sociales a sus contribuyentes, centrando casi exclusivamente su actividad recaudadora en la imposición directa sobre los particulares y las empresas y dejando casi sin gravar la creación de empleo. También Irlanda y el Reino Unido, los únicos países con una presión inferior a la española, recogen un porcentaje reducido de sus ingresos fiscales a través de las cotizaciones. Por contra, Francia Alemania y Holanda imponen unas cotizaciones sociales a sus trabajadores y empresas que alcanzan el 19 por ciento del PIB.


En su informe, Eurostat deja claro que de los datos de presión fiscal por si solos no pueden establecerse conclusiones en cuanto al peso de la carga impositiva sobre los ciudadanos de un país o acerca de la participación y el peso del sector público en una economía. Para ello se necesitan otros datos que complementen a los actuales, ya que un Estado concreto puede reducir su carga fiscal a base de incrementar su endeudamiento, con lo que conseguiría reducir en el momento actual la presión fiscal que pesa sobre sus contribuyentes retrasando el momento en que tendrá que exigir a sus ciudadanos un esfuerzo extra para amortizar la deuda emitida. Nos encontraríamos únicamente con una dilación en el tiempo pero en algún momento habrá que obtener fondos para reembolsar lo ahora conseguido.
Otro punto a comentar siempre que se habla de presión fiscal es que conviene distinguir entre la presión fiscal estática, que es a la que nos hemos venido refiriendo hasta ahora, y la dinámica, esto es, el ritmo de crecimiento de dicha variable a lo largo de unos años y que en nuestro país ha sido elevado como hemos indicado antes. El problema de la presión dinámica es que es mucho peor soportada por el ciudadano que ve como cada día tiene que aportar más mediante impuestos y contribuciones sociales, muchas veces sin que esto se vea compensado por unos mejores servicios públicos.


Igualmente importante es recordar que el nivel de presión fiscal máximo que están dispuestos a soportar los ciudadanos de un país es variable, pero que una vez alcanzado dicho valor la reacción en contra y el aumento del fraude llevarían a una reducción en la recaudación efectiva. Ciertamente, parece difícil pensar que el ciudadano medio español permanecería indiferente ante un nivel de presión fiscal como el que soportan en los países nórdicos, cercano o superior al 50 por ciento del PIB en casi todos los casos.
En el mismo orden de cosas, pero ya fuera del informe presentado por Eurostat, indicar que en su presentación del proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 1999 el ministerio de Economía y Hacienda afirmó que las previsiones para 1999 son lograr una reducción de la presión fiscal de dos décimas. Estas dos décimas se arañarían de la previsión de ingresos del Impuesto sobre la Renta y vendrían motivadas por las modificaciones que éste va a sufrir el próximo año. La participación de las cotizaciones sociales con relación al Producto Interior Bruto está previsto que se mantenga en los mismos niveles que actualmente. También en años anteriores el actual Gobierno abogó por una reducción paulatina de la presión fiscal o como mucho un mantenimiento de la existente en aquellos momentos, pero los datos de la Oficina Estadística de la UE parecen desmentir aquel buen propósito inicial al mostrar un crecimiento de seis décimas de 1996 a 1997.

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